“Porque me haces reír, porque me escuchas, me entendés, me ayudás, me das la fuerza necesaria para enfrentar día a día la vida del adolescente, que no sólo es fiestas, baile y diversión, sino un montón de cosas más que a veces me encantan, y otras veces me dan ganas de tirar todo por la ventana.”
Eso aparece en la carátula de una carta toda intervenida, que una Carito del 2003, con tan sólo 14 años, le hizo a su madre por el día de las madres. Siempre piscis nivel cursi un millón.
Hace unos días mi mamá la encontró y me la mostró. Y fue hermoso. No sólo me resultó mega actual en relación a lo que sigo sintiendo hacia ella - que hoy además de mi mamá, es LA abuela de mi hija - sino que me llevó a repensar el tabú que gira entorno a la ADOLESCENCIA, para reposicionarla en lo que es: una etapa vital más, en la que lo que importa es transmitir y contar con información segura y certera, y el acompañamiento de les adultes que crían. Casi que como en todas las etapas de la vida, no?
“Te quiero decir que te quiero muchísimo, y aunque muy pocas veces te lo dije (cara a cara, digamos), te lo escribo porque a mí, cuando escribo, me salen mucho más fáciles las cosas que quiero expresar a la gente que quiero tanto, tanto como a vos! Acordate siempre que cualquier cosa que vos necesites hacer, o que te propongas, podes contar conmigo SIEMPRE.”
Mi yo adolescente le hablaba tiernamente a su madre, situación que no estamos muy acostumbrades a que suceda. Esperamos, agazapadas, temerosas, el momento en que nuestres hijes lleguen a esa etapa vital de la cual se dicen tantas cosas terribles y apabullantes. Casi como sabiendo que necesariamente llegará una catástrofe. Pero, qué tan así es esto? No le depositamos más peso específico del que realmente tiene? Con tantos prejuicios, no nos estaremos privando de abrirnos plenamente a esa etapa y dejarnos tomar por ella, llegue en el momento que llegue? Cambios, metamorfosis, cuerpos que se expresan, cabezas que se expanden, aventuras nuevas. Leerme adolescente me sirvió para decirme que puede no ser tan terrible, y que, en todo caso, pasará.
Me encontré de frente, reviví a flor de piel, esa Carolina adolescente con un vínculo hermoso con su mamá, a quien le pasaban mil cosas - por suerte nunca nada gravísimo -, pero que usaba la ESCRITURA como el medio casi por excelencia para expresarse libremente. Escribiendo, siempre fui yo al 100%. Siempre me salió “fácil”. Vivía llenando diarios íntimos. Todas mis agendas se convertían en diarios. Cuadernos anillados random se convertían en diarios. Cualquier superficie posible de ser escrita e intervenida, me servía para decir algo. Ahí estaba yo. Y así redacté decenas de cartas de amor, de enojo, de reclamos, de disculpas. Cuentos, poesías, relatos. Siempre conté historias. Y hoy, me dedico a escucharlas. La vida es un ciclo perfecto.
Es un poco por todo esto, que quise que en la primera entrega de este Newsletter, me leyeran a mí en distintos tiempos. Porque quizás resuenan, y les sirve de invitación para sumergirse en ese niñe o adolescente que supieron ser…
Qué les gustaba? Cuál era su pasión? Su sueño? Sus dolores? Sus tristezas? Hoy… hacen algo - aunque sea chiquito - que se acerca a eso que deseaban? Hacen lo opuesto? Por qué? Qué pasó en el medio que les hizo perder el rumbo de ese deseo vital? Aparecieron nuevos o simplemente tuvieron que conformarse con lo posible?
Pienso que nunca es tarde para volver a nuestra fuerza vital. A eso que nos mueve (o que quisiéramos que nos mueva). A nuestros deseos más inocentes, íntimos, vivificantes.
Yo hoy me encuentro en un momento de búsqueda creativa y artística intensa (lectura, escritura, collage, lettering, acuarelas…) y no es fácil, porque me implica hacer algo no productivo, no redituable para el mundo capitalista en el que vivimos. Por lo que hubo que deconstruir esta cabecita, hacerme tiempos en la agenda para darme ese lugar…. y sí, no siempre es posible, pero me doy cuenta que me voy reencontrando a mi misma.
Yo decía que de grande iba a ser escritora y maestra. Y hoy escribo bastante, y doy talleres (entre tantísimas otras cosas). Entonces vuelvo la mirada hacia atrás en estos hallazgos vintage, y me reconforta. Me devuelven al calorcito de mi cuarto adolescente, mi refugio; o al living de mi casa que supo ser taller de mis “art attacks”, de mis inventos, de mi emprendimiento de objetos de madera pintados y hebillas de porcelana, cuando mi uniforme de trabajo eran mi pijama y pantuflas. Con la tele de fondo y mamá dando vueltas por ahí. Esa soy yo. Y así me siento plena. Hogar.
Fue el primero, y fue largo. Lo sé. Si llegaron hasta acá, GRACIAS por leerme. Les dejo un último recorte de mi carta, y vean si no está siempre presente nuestra esencia, que con 14 años metí conceptos de psicología perinatal sin saber que la estudiaría apasionadamente 15 años después…
“Nunca voy a dejar de creer que sos la mejor vieja del mundo (lo seas o no). Para cada hijo su mamá es la mejor. Y sí, madre hay una sola, y nadie pudo elegirla, un día estábamos en su panza y 9 meses después, ya afuera queríamos volver a entrar, para volver al calorcito, a la paz, al silencio, a todo eso que a veces nos hace falta acá afuera. Pero yo descubrí que eso lo puedo encontrar cuando me das un beso, un abrazo, cuando hablamos, cuando nos reímos… Todo el amor, todo el cariño, todo, todo eso, me lo das vos, nos lo da nuestra mamá, y cuando a veces quiero revolear todo, o no doy mas de la bronca, ahí estás vos, ahí estás aconsejándome, ayudándome, abrazándome… ahí está MAMÁ.”
Sin escalas, cierro esta primera entrega citando al gran Alejandro Zambra en su libro Literatura infantil que ultra mega recomiendo y pueden leer una reseña mía acá.
“¿Y a quién le gusta que le recuerden todo el tiempo que la vida no es un juego? También nosotros fuimos profesionales del juego; la obsesión de escribir ha sido, para mí, una forma de prolongar el juego hasta sus últimas consecuencias. “
Gracias por ser mi diario hoy.
Hasta la próxima.
Carito Psicofemi.